pronombres personales átonos

pronombres personales átonos
pronombres personales átonos
1. Formas. Los pronombres personales átonos son aquellos que funcionan como complemento verbal no preposicional (Ya te lo he dicho) o como formante de los verbos pronominales (Ahora me arrepiento). Precisamente por su carácter átono, se pronuncian necesariamente ligados al verbo, con el que forman una unidad acentual. Estos pronombres carentes de independencia fónica se denominan, en general, «clíticos» ( acento, 1.1b): cuando anteceden al verbo (me encanta; lo dijo; se fue) se llaman «proclíticos»; cuando siguen al verbo (ayúdame, díselo, vete) se llaman «enclíticos». A continuación se ofrece un cuadro con sus formas:
* En América, en Canarias y en parte de Andalucía, no se usa el pronombre personal vosotros para la segunda persona del plural. En su lugar se emplea ustedes, que en esas zonas sirve tanto de tratamiento de confianza como de respeto (→ usted). Por lo tanto, los pronombres personales átonos de segunda persona del plural que se utilizan en esas zonas son los que corresponden, gramaticalmente, a la tercera —lo(s), la(s) y le(s)—: A ustedes, niños, los espero en casa (frente a A vosotros, niños, os espero en casa).
Como se ve en el cuadro, en las formas de primera y segunda persona solo se distingue entre singular y plural, y no existe una forma reflexiva específica: Me gusta el cine (no reflexivo) / Me peino (reflexivo). En la tercera persona existen formas distintas según el género, el número y la función sintáctica, así como una forma reflexiva específica, se ( se, 1b, c y d), invariable en género y número: Les gusta el cine (no reflexivo) / Se peinan (reflexivo). La forma neutra lo se emplea cuando el antecedente es un pronombre neutro (esto, eso, aquello), toda una oración o el atributo en una oración copulativa: Él no dijo eso, lo dije yo; Que no quieras ir, lo comprendo; —¿Eran guapas?Sí, lo eran.
2. Ortografía de las formas verbales con clíticos. Por tratarse de formas átonas ligadas al verbo, los clíticos deben aparecer inmediatamente antepuestos o inmediatamente pospuestos a este ( 3). Cuando van antepuestos (proclíticos), se escriben como palabras independientes: Te lo dije. Cuando van pospuestos (enclíticos), se escriben necesariamente soldados: Dímelo. En este último caso, se producen en determinadas situaciones ciertas alteraciones fónicas que tienen reflejo en la escritura:
a) Delante del enclítico nos se pierde obligatoriamente la -s de la primera persona del plural del subjuntivo usado con valor de imperativo (subjuntivo exhortativo); así, dejemos + nos = dejémonos (no dejémosnos): «Dejémonos de cuentos» (LpzNavarro Clásicos [Chile 1996]).
b) Si se añade el pronombre se a una forma verbal terminada en -s —lo que sucede cuando la primera persona del plural del subjuntivo exhortativo lleva un segundo enclítico—, las dos eses resultantes se reducen a una sola; así, pongamos + se + lo = pongámoselo (no pongámosselo): Pongámoselo fácil.
Pero no se produce reducción si se añade nos a una forma verbal terminada en -n, lo que sucede en los casos en que este pronombre se une a la forma del plural ustedes del subjuntivo exhortativo (digan + nos = dígannos) o a algunos imperativos irregulares de segunda persona del singular (pon + nos = ponnos; mantén + nos = mantennos). En el caso del subjuntivo exhortativo, además, la -nn- permite distinguir la persona del plural de la del singular: Dígannos [ustedes] la verdad, frente a Díganos [usted] la verdad.
c) Cuando se añade se a una forma verbal terminada en -n, no debe trasladarse ni repetirse esta letra al final del conjunto formado por el verbo y el enclítico; así, sienten + se = siéntense (no siéntesen ni siéntensen). Es error propio del habla popular, como ilustra esta cita: «“¿Qué prisa tienen? ¡Siéntensen!”. Se decía siempre siéntensen, que luego me han dicho que está muy mal dicho» (Zamora Traque [Esp. 1972]). Esta -n se añade también, en registros muy vulgares, al infinitivo empleado incorrectamente como imperativo: Irsen, en lugar de Váyanse; o a infinitivos cuyo sujeto es plural: «¿Y tienen cara d’irsen sin probame los cháncharos?» (Carrasquilla Tiempos [Col. 1935-36]).
d) La segunda persona del plural del imperativo vosotros pierde la -d final cuando se le añade el enclítico os; así, estad + os = estaos (y no estados): Estaos quietos. Es excepción la forma idos, imperativo poco usado de irse ( ir(se), 1): «Nada comprendéis. ¡Idos Juana, Inés, Marina...!, ¡idos todas!» (Arrau Digo [Chile 1981]).
e) Se pierde la -s final del verbo en los casos —hoy raros y propios únicamente de la lengua escrita— en que una forma verbal de primera persona del plural va seguida del pronombre os: suplicamos + os = suplicámoos, y no suplicamosos.
3. Colocación de los clíticos con respecto al verbo. La colocación del pronombre átono delante o detrás del verbo no es libre, sino que está sometida a ciertas reglas, que han ido variando con el tiempo. Estas son las normas por las que se rige hoy la colocación de los clíticos en el español general culto:
a) Los clíticos se anteponen, en el uso corriente, a las formas simples de indicativo: Te lo advierto: me voy. En la lengua escrita, generalmente a principio de oración o después de pausa, aparecen a veces pospuestos: «Como si adivinara mi pensamiento, díjome al punto: “La verdad es desnuda”» (RBastos Vigilia [Par. 1992]); la expresión adquiere entonces un tono arcaizante, que solo está justificado si la intención es recrear el lenguaje de épocas pasadas. El uso pospuesto es asimismo un rasgo dialectal propio de determinadas zonas del noroeste de España: Voyme enseguida; Marchose hace rato. La posposición de los clíticos es imposible cuando el verbo va en forma negativa: *No díjomelo.
b) Los clíticos se anteponen también a las formas simples del subjuntivo, tanto a las independientes: Ojalá le concedan el premio; Quizá lo consiga; como a las que dependen de otro verbo (explícito o implícito): Espero que te lo pienses; Que te vaya bien.
c) Los clíticos se posponen a las formas de imperativo y a las del subjuntivo exhortativo afirmativo: Hazlo; Ponételo; Dígannoslo; Hágase la luz. Es vulgar anteponer los clíticos al subjuntivo exhortativo cuando este no depende de otro verbo: «¡Se callen, carajo, no es hora de conversa!» (FnGómez Viaje [Esp. 1985]); debe decirse cállense. Sin embargo, la anteposición es obligada cuando el subjuntivo va en forma negativa o depende de otro verbo (explícito o implícito): No lo hagan; Les ordeno que se callen; Que se vayan ahora mismo.
d) Los clíticos se posponen a las formas simples de infinitivo y de gerundio: Al mirarlo, sonrió; No conseguirás nada regañándome. Pero si el infinitivo o el gerundio forman parte de una perífrasis verbal, en la mayor parte de los casos los clíticos pueden colocarse también delante del verbo auxiliar de la perífrasis, que es el que aparece en forma personal: Debo hacerlo / Lo debo hacer; Tienes que llevárselo / Se lo tienes que llevar; Vais a arrepentiros / Os vais a arrepentir; Siempre está quejándose / Siempre se está quejando; Siguió explicándomelo / Me lo siguió explicando.
La anteposición de los clíticos no es posible cuando el verbo auxiliar de la perífrasis es impersonal: Hay que pedírselo (no *Se lo hay que pedir); o si el verbo en forma no personal es el sujeto oracional pospuesto de verbos como parecer, importar, convenir, etc.: Parecía entenderlo (no *Lo parecía entender); Conviene intentarlo (no *Lo conviene intentar); Importa denunciarlo (no *Lo importa denunciar). Tampoco es normal la anteposición de clíticos con verbos que expresan creencia, temor, deseo, preferencia o conocimiento, como creer, temer, desear, preferir, negar, afirmar, entre otros: Cree haberlo guardado (más normal que Lo cree haber guardado); Prefiero ignorarte (más normal que Te prefiero ignorar); Deseo irme (más normal que Me deseo ir); Negó saberlo (más normal que Lo negó saber), etc.
e) Lo dicho para las formas simples es válido también para las compuestas, teniendo en cuenta que la posposición o anteposición de los pronombres átonos se da siempre con respecto al auxiliar haber, dado que el participio, como norma general, no admite enclíticos ( f); así, los pronombres átonos se anteponen al auxiliar en las formas compuestas de indicativo y de subjuntivo: Me lo he imaginado; ¿Se habrá terminado la película?; Ojalá se lo hayan concedido (únicamente pervive el uso pospuesto en expresiones lexicalizadas, como ¡Habrase visto!); y se posponen en los infinitivos y gerundios compuestos: Por haberlo terminado, recibirás un premio; Se fue habiéndonos dicho lo que quería. Cuando el infinitivo compuesto forma parte de una perífrasis o depende de otro verbo con su mismo sujeto, los pronombres pueden posponerse al auxiliar haber o anteponerse al verbo conjugado, salvo en los mismos casos señalados para las formas simples ( d): Tenías que habérmelo dicho / Me lo tenías que haber dicho; Había que haberlo previsto (pero no *Lo había que haber previsto); Convenía habérselo dicho (pero no *Se lo convenía haber dicho).
f) En el español actual, el participio no admite con normalidad la agregación de pronombres enclíticos; por ello, deben evitarse hoy usos como Había prometídole su apoyo, en lugar del normal Le había prometido su apoyo. Más forzado aún resulta el uso de enclíticos con participios en función adjetiva que sustituyen a oraciones de relativo, como en El accidente ocurrídole ayer, en lugar de El accidente que le ocurrió ayer. Solo es admisible la agregación de enclíticos a un participio cuando aparece en coordinación con otro y no se repite el auxiliar: «Y después de haber adorado a Dios y dádole gracias, se sentaron» (Somers Retrato [Ur. 1990]).
4. Orden de las secuencias de clíticos. Un mismo verbo puede llevar dos y hasta tres pronombres clíticos, que se anteponen o posponen al verbo siempre en bloque, no pudiendo anteponerse unos y posponerse otros. El orden no es libre y se somete, básicamente, a la regla que establece que los pronombres de segunda persona preceden a los de primera y estos a los de tercera, salvo a la forma se, que precede a todas las demás (se + 2.ª pers. + 1.ª pers. + 3.ª pers.): «Ay, Dios, que te me lo llevaste cuando más falta me hacía» (Ayerra Lucha [Esp. 1984]); «Cualquiera se te la llevará delante de las narices» (Aub Calle [Esp. 1961]); no son correctas, por tanto, secuencias como me se o te se, propias del habla popular: «No me se haga el pendejo, Balbicito, no me cojudee» (Bayly Días [Perú 1996]).
5. Duplicación de complementos: coaparición del clítico y el complemento tónico. En español, los pronombres átonos aparecen a menudo dentro de la misma oración junto con el complemento tónico al que se refieren: Me dijo a mí que me callara; Lo sabe todo. La duplicación del complemento indirecto a través del pronombre átono es siempre posible y, en algunos casos, obligatoria, mientras que la del complemento directo está sujeta a muchas más restricciones. En el español general culto la coaparición del pronombre átono y el complemento tónico responde a las pautas siguientes:
5.1. Si el complemento tónico es también un pronombre personal, la coaparición del pronombre átono es obligatoria, tanto si el complemento es directo como indirecto: Me castigaron a mí; A ti te dieron el premio (no *Castigaron a mí; *A ti dieron el premio). Aunque son posibles, en estos casos, oraciones idénticas sin el complemento tónico (Me castigaron; Te dieron el premio), existen diferencias expresivas de importancia entre ambas posibilidades: la presencia del complemento tónico denota un propósito de contraste o discriminación, ausente de la oración en la que solo aparece el pronombre átono; así, en Me castigaron a mí, frente a Me castigaron, se subraya el hecho de que ha sido solo a mí, y no a otros igualmente merecedores de ello o más culpables que yo, a quien se ha castigado.
5.2. Si el complemento tónico no es un pronombre personal y aparece antepuesto al verbo, también es obligatoria la coaparición del pronombre átono, tanto si el complemento es directo como indirecto: A tu hermano lo vi en el cine (no *A tu hermano vi en el cine); La tarta la llevo yo (no *La tarta llevo yo); A mi madre le he dicho la verdad (no *A mi madre he dicho la verdad); A Juan le han denegado la beca (no *A Juan han denegado la beca). Deben diferenciarse estas construcciones, con el complemento tónico antepuesto y coaparición del pronombre átono, de aquellas en que la anteposición del complemento es enfática, contrastiva, en las que no coaparece el pronombre átono: Un libro te daré, y no dos (y no *Un libro te lo daré, y no dos).
Pero si el complemento tónico aparece pospuesto al verbo, las condiciones para la coaparición del pronombre átono son diferentes según que el complemento sea directo o indirecto:
a) En el caso del complemento indirecto, la coaparición del pronombre átono es normalmente opcional y suele ser lo más frecuente, especialmente en la lengua oral: No (les) da importancia a los problemas; (Les) he contado nuestro secreto a unos amigos; (Le) han denegado la beca a Juan; (Le) he dicho la verdad a mi madre. E incluso hay verbos, como gustar, encantar y sinónimos, que exigen la presencia del pronombre átono junto con el complemento tónico: ¿Le gustan a tu hermana los bombones? (y no *¿Gustan a tu hermana los bombones?). En general, suele ser necesaria la duplicación en los verbos cuyo complemento indirecto designa, no al destinatario de la acción, sino al que la experimenta, como ocurre con los llamados verbos de «afección» (psíquica o física), como molestar, divertir, interesar, cansar, etc., y con muchos otros, como parecer, resultar, convenir, etc.: Le molestó a tu padre que no vinieras; Le ha cansado a la abuela el paseo; Le pareció bien al jefe nuestro plan; No le conviene al niño comer tantos dulces. No obstante, cuando la función de complemento indirecto es desempeñada por los cuantificadores universales todo, nadie o similares, la presencia del pronombre átono no resulta siempre necesaria: Su decisión no (le) gustó a todo el mundo; Sus palabras no (le) molestaron a nadie; (Les) cansó a todos con su discurso.
b) En el español general, el complemento directo tónico pospuesto al verbo no suele admitir la coaparición del pronombre átono, salvo que se trate también de un pronombre personal, caso en el que es obligada ( 5.1). Solo es normal la duplicación en todo el ámbito hispánico cuando el complemento directo tónico es el pronombre todo: Lo sé todo; (Las) conozco a todas; cuando, con referente animado, el complemento directo es un numeral precedido de artículo: (Los) invité a los cuatro; o cuando se trata del indefinido uno y su referente es la persona que habla: Si la ven a una vacilar, enseguida se aprovechan. También favorecen la duplicación del complemento directo las oraciones de carácter enfático, como Ya lo creo que vendrá o ¡Vaya si las castigo a las niñas! La duplicación del complemento directo en otros casos (Lo vi a Juan; La saludé a María) es ajena a la norma culta de gran parte del ámbito hispánico, pero es normal en algunas regiones americanas, especialmente en los países del Río de la Plata: «Al pasar la madre cerca del baño la vio a Mariana tomando comprimidos» (Rausch/Bay Anorexia [Arg. 1990]).
6. Discordancias en el uso de los clíticos. Son dos las discordancias frecuentes en el uso de los clíticos:
a) A menudo, cuando el pronombre átono de dativo concurre en la oración con el complemento indirecto preposicional, se utiliza el singular le, aunque el referente sea plural; esta discordancia está extendida tanto en España como en América, incluso entre hablantes cultos, por lo que son frecuentes, aunque normativamente desaconsejables, oraciones como «Colombia le propuso a los Gobiernos de Estados Unidos y Venezuela una alianza» (Tiempo [Col.] 18.4.97). En el uso esmerado se recomienda mantener la concordancia de número entre el pronombre átono y el sustantivo al que se refiere: «Los mismos remedios de distracción que les daba a sus enfermos» (GaMárquez Amor [Col. 1985]).
b) En el español de muchos países de América, es frecuente, especialmente en registros populares o coloquiales, trasladar a la forma singular del pronombre átono de acusativo en función de complemento directo el rasgo de plural correspondiente al complemento indirecto, cuando este va representado por la forma invariable se: «¡No entienden que este es mi espacio, es mi lugar! Cuántas veces quieren que se los diga» (Purroy Desertor [Ven. 1989]), en lugar de Cuántas veces quieren que se lo diga. Aunque en algunos países esta transferencia indebida se ha extendido incluso entre hablantes cultos, se recomienda evitarla en el habla esmerada.
7. Otras consideraciones sobre el uso de los clíticos
a) Ciertos adjetivos que denotan facilidad, dificultad, probabilidad, merecimiento, relevancia o frecuencia, como fácil, difícil, sencillo, complicado, cómodo, rápido, costoso, imposible, digno, importante, raro, etc., o que denotan sensaciones o efectos producidos por una acción, como aburrido, divertido, penoso, gratificante, etc., admiten como complemento un infinitivo transitivo introducido por la preposición de: «Me siento atrapado en una alternativa imposible de resolver» (PRossi Solitario [Ur. 1988]); «Demostró que la paz era un hueso duro de roer» (Mundo [Esp.] 8.8.95); «Este arbusto contiene un metal muy raro de encontrar en la naturaleza» (ByN [Ec.] 9.11.97). En estas construcciones, el infinitivo transitivo tiene sentido pasivo (problema fácil de resolver = ‘problema que puede ser resuelto fácilmente’) y el sustantivo al que se refiere el adjetivo viene a ser el sujeto paciente tácito de dicho infinitivo. Es incorrecto en estos casos añadir al infinitivo transitivo el pronombre átono de complemento directo, cuyo antecente es el sustantivo al que se refiere el adjetivo: Planteó cuestiones difíciles de resolverlas (en lugar de Planteó cuestiones difíciles de resolver). Este error se ve potenciado por el cruce de estructuras del tipo Es fácil de hacer, donde el infinitivo es complemento del atributo adjetivo, con otras como Es fácil hacerlo, en las que el infinitivo es el sujeto de la oración copulativa. Por otra parte, solo los infinitivos de verbos transitivos pueden ser complementos del adjetivo; por ello, no es aceptable en la lengua culta utilizar esta estructura con verbos intransitivos (que llevan complementos indirectos o complementos de régimen): «Se trata de una música fresca y fácil de gustar a todo el mundo» (Abc [Esp.] 23.2.96); «¿Qué es lo más difícil de darse cuenta?» (Puig Beso [Arg. 1976]); debió decirse: Se trata de una música fresca, que es fácil que guste a todo el mundo y ¿De qué es más difícil darse cuenta?, respectivamente.
b) En cuanto a la aparición indebida de pronombres personales átonos en oraciones de relativo ( Tenía un perro enfermo al que había que cuidarlo mucho), que, 1.3.
c) No puede haber correferencia parcial entre el clítico y el sujeto del verbo; por ello no es posible una oración como *Nos hice una cena riquísima (el referente «yo» del sujeto es solo una parte del referente «nosotros» del complemento indirecto). Los referentes han de ser, o bien totalmente distintos, o bien totalmente coincidentes: Os hice una cena riquísima (sujeto «yo» y complemento indirecto «vosotros»); Nos hicimos una cena riquísima (el referente del sujeto y del complemento indirecto es «nosotros»).
d) Los clíticos no pueden coordinarse entre sí: *Los y te escuché. Tampoco pueden coordinarse dos verbos y asociarles conjuntamente un solo clítico: *La compré y coloqué en mi casa (debe decirse La compré y la coloqué en mi casa). Solo es lícito coordinar las bases verbales si el pronombre va en posición preverbal y de la suma de los dos verbos resulta una acción unitaria y, normalmente, repetida: «Un hilo de vida le corría al conde por los ojos sin vista (los abría y cerraba alternativamente, buscando el final de su vida)» (Armas Madrid [Esp. 1994]).
8. Acerca de la confusión en el uso de las formas de tercera persona, laísmo, leísmo y loísmo.
9. Sobre la acentuación de formas verbales con enclítico, tilde2, 4.3.

Diccionario panhispánico de dudas. 2013.

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